miércoles, 19 de mayo de 2010

PLACER SEXUAL.

La dimensión placentera de la sexualidad es el centro de temores, represiones y tabúes. Al abordar el tema del placer y la sexualidad, parece importante recordar, una vez más, que la sexualidad no se reduce a la genitalidad; que consideramos la unión amorosa como un lenguaje de los cuerpos.
El placer está aquí concebido no como un acto edonista, sino como dádiva y entrega, respeto del yo al tú, equilibrio entre el amor a nosotros mismos y el amor a los otros.
La raíz de muchos problemas en la vida de la pareja se hunde en este terreno oscuro que convierte al placer amoroso en una experiencia de culpa y vergüenza por obra de los prejuicios y la ignorancia o desorientación,
La sexualidad es bella y una forma suprema de intimidad y comunicación de la pareja. Por supuesto, si se la ejerce con conciencia y responsabilidad. Es decir, si la ejerce como una relación entre dos personas, substancia individuales distintas, con instintos y razón; unidad indivisible de cuerpo y alma, materia y conciencia.
En las formas más altas de conocimiento, por ejemplo en la experiencia mística de Oriente y Occidente, el placer amoroso es la más intensa metáfora del anhelo de comunión, ruptura de la soledad y hallazgo de valores supremos.

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